sábado, 3 de abril de 2010

IMAGENES DE LA SEMANA SANTA


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  1. DE LAS PRISAS IMPROPIAS DE UN GENERAL DEL EJERCITO ESPAÑOL o de cómo se llega tarde y dando la nota, a participar la procesión del Viernes Santo de la Iglesia de San Francisco, en la Alameda de Colón de Las Palmas de Gran Canaria, el 2 de abril de 2.010. No puedo establecer exactamente quién era pero se trata del individuo que, vestido con uniforme azul del Ejército del Aire y fajín rojo de General, acompañado de terceros, llegó en una comitiva formada por dos coches oficiales del que destacaba el suyo, por llevar banderín con los colores de la enseña nacional con unas bolitas negras sobre ella. Sirva todo ello para señalar a quien protagonizó un bochornoso espectáculo, impropio de su condición de General del Ejército español, carente de todo respeto al acto al que acudía y por el imperdonable, increíble, lamentable y grotesco esperpento que todos los presentes pudimos ver y que provocó un sonoro murmullo que acompañó la entrada de este individuo al interior de la Parroquia y como lo vi lo cuento:



    Estaban ya en la calle tres de los tronos que componían la participación de San Francisco, perfectamente alineados y centrados, cuando aparecen en sentido contrario a la procesión dos coches oficiales que obligan a los tronos a apartarse para ceder el paso a esta comitiva que llega tarde a participar en la procesión ya iniciada de la Parroquia de San Francisco…… ante el estupor general generado por tan indisimulada falta de respeto, no hubo nadie que impidiera este comportamiento carente de todo rigor protocolario, una llegada peliculera mas propia de cualquier capitoste de la Alemania de entreguerras que de la España del Siglo XXI, a no ser que el responsable de este lamentable incidente creyera encontrarse en las colonias de ultramar demostrando, con ello RESPETO NULO al sentido del desfile procesional al que acude, a las imágenes en procesión, a lo que ellas representan y a los numerosos participantes en esta salida de los tronos de San Francisco para su incorporación a la tradicional Magna procesión del Viernes Santo y manifestando desconocimiento clamoroso del capítulo dedicado a la circulación en aglomeraciones del código de circulación vigente, provocando con todo ello un profundo malestar entre los asistentes.

    Qué bien muertos están los muertos!, de haber estado allí el anciano General que con indisimulado orgullo acudía puntualmente a su cita anual con el trono del Jesús de la Humildad y Paciencia, otro gallo habría cantado, amonestando reglamentariamente a estos impresentables, por impuntuales y por este comportamiento impropio de la dignidad mínima exigible al proceder de cualquier general del ejército español.



    Dicho queda. Atentamente,

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